miércoles, 22 de octubre de 2008

Premio Planeta y Premio Nobel de Literatura 2008

Dos de los grandes hitos anuales dentro de la información literaria en este país son por un lado la concesión del Premio Planeta, y por otro, y esta vez a nivel mundial, la concesión del Nobel de literatura.


La LVII edición del Premio Planeta de Novela ha recaído este año en la obra La Hermandad de la Buena Suerte, del escritor y filósofo donostiarra Fernando Savater, que, según su propio autor, es "una novela de aventuras y desventuras, un poco metafísica y ambientada en el mundo de las carreras de caballos".

Acompañando a la obra de Savater, la novela finalista de este año 2008 ha sido Muerte entre poetas, de la escritora de Ciudad Real Ángela Vallvey, que es, según su autora, "un homenaje que yo me doy gracias a Agatha Christie", y en la que "hay una señora mecenas viuda de un egregio poeta, que convoca una reunión poética en un cigarral en Toledo y allí las cosas se complican con un asesinato".

Durante la ceremonia, celebrada la noche del pasado miércoles quince de octubre, ambos autores invocaron a su “amor a la lectura” al recoger los premios, mientras que Álvaro Pombo, debutante en el papel de jurado, declaró que las dos novelas son "tan distintas como un huevo y una castaña: por un lado, tenemos un elogio del caballo, y por otro una refutación de los poetas".


El más prestigioso galardón de las letras mundiales ha recaído este 2008 en el escritor Jean-Marie Le Clézio, novelista francés cuya obra busca rendir cuentas de la aventura del ser humano, a través de numerosas experiencias formales. De padre inglés y madre francesa, vivió en la isla Mauricio, donde los paisajes marítimos despertaron muy pronto su imaginación. De niño soñaba con ser marinero, hoy día reparte su tiempo entre largos viajes (a México, sobre todo) y la escritura. Desde El atestado (1963, Premio Renaudot), que le concedió la notoriedad con sólo veintitrés años, sus novelas se suceden regularmente con una frecuencia de una cada dos años. Impulsados por la obsesión de la muerte, sus personajes tienden a la autenticidad frente a la alienación agresiva del mundo moderno, un ideal que los indígenas de México llevan a cabo con un modo de vida reducido a lo elemental, pero en armonía con el orden del universo; este ideal lo plasma en el ensayo El sueño mexicano (1988). Para Le Clézio, la escritura apacigua, deja sitio al silencio y permite acceder a lo más profundo. Pero la búsqueda interior pasa por la evocación de la belleza del mundo, la tierra, los paisajes y los ambientes originales, como en Tierra amada (1967), donde cada sacudida repercute sobre todos los seres. El bullir del mundo se opone a lo insignificante, a lo infinitamente mediocre de la cotidianidad. Una descripción minuciosa, rica en metáforas visionarias se pone al servicio de esta evocación contemplativa, aunque muchas páginas se abren a todo tipo de collages: recortes de periódicos, fragmentos de publicidad, listines, otros textos y objetos de desecho a los que devuelve su valor primigenio. Entre todos sus títulos cabe destacar un ensayo, Éxtasis material (1967), una serie de relatos, Mondo y otras historias (1978) y varias novelas, Desierto (1980), El buscador de oro (1985) y Revoluciones (2003).

1 comentarios:

Manuel Mije dijo...

Jeje, aquí va uno de esos comentarios críticos que suelen acompañar a la concesión del Premio Planeta:

http://www.elpais.com/articulo/panorama/metomentodo/metepatas/elpepusocdgm/20081019elpdmgpan_7/Tes/

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