sábado, 27 de junio de 2009

El fugitivo

Otrora consagrado hidalgo de desmedido valor, y tan raudo como imperturbable en justas y batallas. A ojos vista, dechado de virtudes y paradigma a seguir para todo caballero que fuera desconocedor de que tras el laurel y la gloria se escondían crímenes, bellaquerías y abusos que hubieran conducido al cadalso a cualquiera nacido en el pueblo llano.

Has de creer. Cuánto te digo es cierto. Porque por desgracia sé bien de lo que hablo. Desde mi segunda niñez he sido víctima y secuaz, mudo testigo y cómplice forzado de cada una de sus felonías y humillaciones. Te sería imposible imaginar cuantas veces quedaron manchadas mis manos por los vejatorios actos que me obligó a perpetrar. Tanto es así que raro ha de ser el día que no se abran las heridas con la ingratitud del sueño.

Del mismo modo viene a mi memoria el momento de la liberación. Aquella noche, ayudado por la profunda embriaguez que lo sumió en letargo, puse fin a tan ignominiosa existencia. Aún así he de decirte algo en honor a la verdad y para vergüenza mía. No fue el valor, ni los remordimientos lo que me llevó a privarlo de la sangre. Únicamente el miedo a la muerte me infundió esa determinación, ante la imposibilidad de seguir cumpliendo con sus oscuros mandatos.

Autor: Ángel Vela (palabras)


Correo electronico: lanaiel(arroba)hotmail.com

miércoles, 24 de junio de 2009

Nuestra naturaleza

De entre mis reflexiones más íntimas, hay una que me lleva a construir una teoría que no sé hasta qué punto es propia, reinterpretada de opiniones ajenas o de lecturas que ahora no consigo situar.

Este razonamiento nace en mi búsqueda de la verdad del ser humano. Hasta qué punto somos como creemos ser.

Mi teoría me conduce a pensar que un ser humano no mostrará su verdadera realidad hasta no encontrarse en una situación límite, desesperada, radical, imprevista, explosiva, desgarradora.

Nuestra verdadera naturaleza se esconde, tal vez, tras rutinas diarias que ejecutamos en gran parte sin pensar. Somos buenos hermanos, amigos, hijos, padres, compañeros de trabajo, en general. Amamos con pasión mientras la pasión dura.

A mí me gustaría saber cómo actuaría si tuviera que jugarme la vida por comer, si la muerte se me apareciese de frente, si cayera en la mayor de las ruinas, si ganase el premio nobel, si perdiera las piernas en un accidente, si perdiera de un día a otro a mi gran amor, si hubiese en Sevilla un terremoto, si me tocase mañana la lotería.

Hay resortes en nosotros que están inutilizados, y no sabemos si los tenemos engrasados. Los músculos los utilizamos hasta límites sensatos.

Creo que en esas circunstancias verdaderamente valoraríamos nuestra calidad humana.

Reflexiones, quizás, insensatas…

lunes, 22 de junio de 2009

Recuerdos

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Escribo en las paredes de mi desconsuelo
Amalgamo mis ideas
Las dibujo
Con el firme propósito
De arrancarlas de mi mente
De separarlas de mí
De separarte de mí
De olvidarte
Insuflo mi alma
Con promesas panfletarias…
“Ya no existes”
“No eres nada”
“Nunca fuiste”
Esbozo a grandes trazos tu recuerdo
Con el dulce anhelo
De la desmemoria
Pero sigues ahí
Aferrada a mi ser como mi vida misma
Asida a mi alma hecha jirones


viernes, 19 de junio de 2009

El mirador del cielo

Como cada sábado, te espero en el banco donde nos sentamos a merendar desde el día en que nos conocimos. “El mirador del cielo” como terminamos llamándolo.
He traído los dulces que te gustan. ¿Por qué no vienes?
Mientras sigo esperando, ya bien entrada la noche, un hombre de mediana edad se aproxima, mirándome con una extraña expresión de tranquilidad y enfado.

−¿Qué haces aquí? −pregunta como si me conociera.
−Espero a mi señora, quedamos para comer pasteles.

Al oírme sus ojos se llenan de lágrimas. Me cuenta que moriste hace años. Me pide que no vuelva a esperarte.



martes, 16 de junio de 2009

Dos vidas se apuestan, la muerte gana

Dos corazones frente a frente, odio y temor, venganza, culpa, vida y muerte. Sombrero, espuelas, canana, dos pistolas aún silentes, prestas sus doce balas. Un segundo que se estira interminablemente, silencio en la mañana, y la ley ausente.


El diablo sonríe, el buitre grazna; dos vidas se apuestan, la muerte gana.


La calle tendida de un hombre a otro, la vida parada, y el viento en reposo. Paso a paso entre las casas de este pueblo silencioso, de ciudadanos sin alma, ventanas cerradas cuajadas de ojos, y una cruz siempre tallada para la tumba de otro.


Última mano, descubre tus cartas; dos vidas se apuestan, la muerte gana.


Cruce aciago de destinos, con marchamo de venganza y derecho de castigo. Pasa un ángel, dos descargas, cae al suelo el inquilino de una tumba ya cavada, y cede al polvo el rojo vivo de su vida derramada y de sus sueños perdidos.


La vieja historia mil veces contada: dos vidas se apuestan, la muerte gana.




Bosque de un cuento




Hola a todos, esta es la segunda página de un cuento que tengo que tener terminado para el día 20 de junio, os digo esto por si se os ocurre alguna idea para meter en este escenario o en otros que son similares. Ya estoy liado con los personajes y de momento lo voy a dejar así por si no me da tiempo.


Si termino días antes del plazo previsto, le pondré algunas ideas que tengo en mente y si me dais algunas pues también. Hasta otra y gracias.

Primer informe de progresos HispaCon 2009 (Huesca)

Las fechas elegidas para la realización de la XXVII Convención Nacional de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (Hispacon) han sido los días 6, 7 y 8 de noviembre.


La totalidad de los actos tendrán lugar en el Centro Cultural del “Matadero” de Huesca. El edificio está situado en la Avenida Martínez de Velasco, lugar céntrico y de fácil acceso llegando desde la Autovía de Zaragoza, y a tan sólo dos minutos andando desde la estación Intermodal.


Para la colocación de los stands, se ha contemplado y consultado la posibilidad de situarlos en el exterior del Centro Cultural. Para este fin se usarían casetas (6 x 2 m) que normalmente se utilizan para la feria del libro. Se está empezando a consultar la opinión de las editoriales para ver si se opta por esta opción.


Dentro de las instalaciones se han reservado 3 salas para la convención:


-El salón de actos, que cuenta con 260 plazas.


-La nave 2, que se habilitará como segunda sala de conferencias, a la vez que contendrá las exposiciones que se preparen.


-Y el aula de dinámica, que servirá para las presentaciones, el taller literario y otra serie de conferencias.


Una parte del programa se centrará en conferencias y mesas redondas que puedan englobarse en cualquier categoría de la literatura fantástica juvenil. Se incluirán no sólo charlas informativas sobre el tema, sino también didácticas, tras el gran boom que están experimentando determinadas obras de género diseñadas para jóvenes. Estos actos se alternarán con otros más generales como la incorporación del ebook al mundo editorial y el año de Edgar Allan Poe en el bicentenario de su nacimiento, entre otros muchos.


En breve se publicarán las bases del Premio “Domingo Santos”.


Entre los participantes confirmados para esta edición se encuentran: Susana Vallejo, Juan Miguel Aguilera, David Jasso, David Mateo, Raúl Gonzalvez, Emilio Bueso, Ismael M. Biurrún, Fernando Lafuente, Sergio Mars, José María Tamparillas, Roberto Malo, Miguel Ángel López Muñoz, Alfredo Álamo, Oscar Bribian, Juan Ángel Laguna Edroso, Pedro Escudero y Miguel Puente .



sábado, 13 de junio de 2009

Aquella noche

Llevábamos quince minutos esperando y sin parar de beber. Los tres nos reíamos y nuestros ojos reflejaban el elevado nivel etílico de nuestros cuerpos. Seguíamos bebiendo y por fin llegaron ellas, sus carnes eran tersas y rosadas; sus ojos reflejaban nuestras miradas de deseo mientras nuestras manos temblaban queriendo alcanzar sus cuerpos que nos parecían auténticos “bocati di cardinale”.


Tras unos momentos de duda, el más lanzado de los tres se lanzaba sobre una de ellas y empezó a desvestirla dejando su vibrante cuerpo expuesto a nuestras miradas más obscenas. Yo y mi otro compañero le imitamos con rapidez y proseguimos sin que ninguna protesta impidiera nuestro asalto. Finalmente, en un movimiento brutal y premeditado, arrancamos la cabeza a nuestras inocentes victimas y sorbimos sus jugos internos con la crueldad de modernos vampiros. Aquella noche muchas victimas inocentes terminaron igual, muchas gambas cayeron esa noche de Feria.


Entrevista a "Magnus Dagon" (Miguel Ángel López Muñoz)

Estimados seguidores del blog. Como veis sigo en mis trece con la sección de entrevistas. Esta es ya la cuarta y espero que estéis disfrutando de ellas y conociendo a los autores españoles presentes en nuestras librerías y que son los reyes en el campo de la fantasía, la ciencia-ficción y el terror.

En esta ocasión, tengo el honor de presentaros a un nuevo compañero de NOCTE. Un escritor que ha participado en más géneros, por lo que podemos decir que es un todo terreno. Sus obras de fantasía, ciencia ficción o terror han sido merecedoras de muchos premios, entre ellos el prestigioso premio UPC, O el Ignotus 2008 (el mejor premio que se le puede dar a un escritor de género en nuestro país) o el premio Andrómeda de ficción especulativa (oye, que un menda también lo ganó, eso sí, en terror, eh). Incluso si podéis pasaros por su página, aquellos que escribís, os dará unos consejos muy prácticos a la hora de comenzar a escribir. Sin más dilación os presento a Miguel Ángel López Muñoz, de mirada perversa y conocido quizá más por su alias: Magnus Dagon.

Juande: En primer lugar agradecerte que hayas querido concedernos esta entrevista (qué agradecido soy). Como todo NOCTANTE sé que andas liado con muchos proyectos y es de agradecer que nos dediques unos minutos.

Magnus Dagon: Muchas gracias a ti por darme esta oportunidad de charlar contigo y poder darme a conocer por los visitantes de tu blog. Vaya, qué políticamente correcto me ha quedado todo esto.

Juande: Dinos, Magnus, entre asesinato y asesinato ¿Quién es en realidad Miguel Ángel López Muñoz?

Magnus Dagon: Pues Miguel Ángel López Muñoz es un hombre atrapado entre dos mundos. Medio matemático, medio escritor, sin saber bien a cuál de los dos pertenece en realidad. Es un culo inquieto artístico nacido a principios de los ochenta que adora la música, el cine y, por supuesto, los libros. Sin embargo son los patitos feos de la crítica cultural actual, los comics y los videojuegos, defenestrados por tanta gente, los que han supuesto una inspiración más fuerte en su obra. Aparte de esta peculiar influencia, casi todas sus historias se ven marcadas por un halo a medias perverso, a medias melancólico, pero siempre con una profunda sensación de soledad. Supervivientes de tremendos holocaustos, Robinsones en planetas muertos, exploradores involuntarios de tenebrosos mundos sobrenaturales, todos ellos conforman el grueso mayoritario de su obra.



Juande: Últimamente me veo acosado por pesadillas casi a diario, por no decir a diario. Hoy por ejemplo soñé con una especie de lobo que me perseguía y al que aunque le disparé no podía matar. Lo curioso es que hace años escribí un relato que más o menos venía a tratar ese tema. ¿Tienes muchas pesadillas? ¿Crees que los escritores de terror somos proclives a tenerlas o a padecer locura?

Magnus Dagon: Creo que los escritores en general nos vemos acosados por pesadillas, ya que le damos muchas vueltas al mundo que nos rodea. Si encima nos dedicamos al género de terror, aún peor, claro: porque vemos tinieblas donde sólo hay sombras, y todo lo diferente nos resulta susceptible de monstruoso. Algunos grandes libros de terror, como Drácula y El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, tuvieron su germen en pesadillas. El que considero uno de mis mejores relatos (y libros), Reiskolem, nació enteramente como fruto de una pesadilla.

Por otro lado, sin desviarme de la otra parte de la pregunta, en efecto, tengo pesadillas. Hace años eran meramente conceptuales: corro pero no avanzo, me persiguen y no veo quién es. Pero ahora, en ellas, aparecen monstruos de aspectos muy concretos, que por supuesto no he dudado en incorporar a mi imaginario terrorífico, aunque con cierto toque psicológico. Un monstruo es mucho más monstruoso cuando sabes que representa lo más profundo y repugnante de una mente humana.

Juande: Buena respuesta, sí señor. Erszebet, desde México, te quiere preguntar: ¿Magnus, cuál es el sitio más inverosímil en el que te ha llegado la inspiración para tus escritos? ¡Y no me digas que en la discoteca de un baño mientras estabas con una chica!

Magnus Dagon: ¡Qué gran pregunta! Muy original, en serio. La verdad es que casi nunca tengo la idea para escribir un relato en casa, sólo en la calle se me disparan las neuronas. Un sitio raro donde se me ocurrió la idea para un relato fue, por ejemplo, en una pista de patinaje. Otro lo escribí en un puesto de gominolas, y otro en un viaje en autobús interurbano. Estos dos, además, nacieron completamente en el momento en que los escribí, es decir, agarré folios y bolígrafo, y salí a escribir a ver qué se me ocurría, sin idea previa.

Suelo ir también siempre que puedo a parques públicos a inspirarme. Hay uno concreto en el que me siento muy cómodo, el Parque Juan Carlos I de Madrid. Una vez, en pleno agosto, fui a dar una vuelta por allí y me encontré con que no había nadie en todo el parque, que es, por cierto, inmenso. Además de eso, se puso a chispear, con lo que la sensación de frescor resultó ser de lo más agradable. De allí saqué la inspiración para uno de los relatos más extraños y melancólicos que he hecho nunca, que a todo esto Libro Andrómeda publicó no hace demasiado en una de sus compilaciones.

Dentro de la casa, no me pregunte nadie por qué, la ducha parece ser el lugar donde se me ocurren las mejores ideas. Supongo que será por eso de que uno relaja la mente y la deja divagar en calma. Un rato antes de dormir también es un momento muy inspirador.

Juande: A mí en la ducha también se me ocurren ideas, pero van por otros lares, ejem. Amigo Magnus, Gutta, una cordobesa preciosa, paisana mía, quiere saber si eres de los que escribe a mano o a máquina, y que si crees que lo de escribir a mano ya pertenece a otra época.

Magnus Dagon: Otra gran pregunta, y de verdad, no lo digo por cumplir. Mi historia con el tema escribir a mano/máquina es singular. Al principio siempre escribía a mano porque me aleccionaron para hacerlo así, mi hermano, que era periodista, me dijo que no debía escribir a ordenador directamente, sino pasando a limpio lo ya escrito a mano. Con el paso de los años llegué a escribir libros enteros a mano, que aún conservo como auténticos trofeos. Pero la desgracia vino hace años, cuando mi muñeca dijo ‘basta’ y me lesioné el tendón. Tuve que acostumbrarme a escribir a ordenador, pero gracias a que ya había aprendido a mecanografiar, las manos iban a la velocidad de lo que pensaba y creo que supuso una mejora general en lo que escribí a partir de entonces. Aunque no me recuperé del todo de la muñeca, de vez en cuando me desmarco con algún relato corto escrito a mano, y hay relatos que los he escrito a medias a mano, a medias a ordenador.

Por tanto, no creo que eso pertenezca a otra época. Simplemente, los resultados son distintos. Creo que cuando uno escribe a mano es mucho más meticuloso en lo que quiere decir, y cuando escribe a ordenador se deja llevar más por lo que se le pase por la cabeza en ese momento. Cada una de esas cosas tiene sus ventajas e inconvenientes.

Juande: Yo sí te soy sincero dejé de escribir a mano hace tiempo, pero "El caído" nació en una libreta mientras estaba echado en la cama, una noche de tormenta y con una vela al lado.

Sigamos, como comentaba algún post más abajo, hace poco me leí la novela: Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Para hacer que su novela fuera lo más realista posible, Torcuato se internó en un manicomio haciéndose pasar por loco durante 18 días. Él hizo eso, yo me fui a un pueblo recóndito donde una secta me estuvo acosando y torturando un mes, gracias a Dios no me quedaron secuelas, apdjfañsdfasdfjadsñfa... ¿Serías capaz de hacer algo parecido a lo que hizo Torcuato para dar más fidelidad a tu texto con la realidad? (joder, que gran pregunta):

Magnus Dagon: No he llegado a tanto como el amigo Torcuato, pero, por hacer alguna confesión en esta entrevista, una de las cosas que hice una vez fue beber para describir un estado de embriaguez.



Aparte, me suelo meter muy a fondo en el tema de la escenografía. Todos los relatos que he hecho en el último año están ubicados en Madrid, y salen lugares que conozco de primera mano y que he visitado y fotografiado para ser lo más fiel posible a ellos. Varios están situados en mi barrio, y uno en mi propia calle. Algunos de los lugares de estas historias son edificios abandonados en los que me colé para conocerlos mejor por dentro, una costumbre que ya tenía desde hacía años. Y aunque me gusta recorrer los futuros escenarios de mis historias de miedo con música, digamos, ‘adecuada’, una vez me adentré en uno de ellos a oscuras y con una linterna.

Por otro lado, como muchas de mis historias actuales tienen como elemento ‘maligno’ la tecnología, he manipulado aparatos a menudo para describirlos con propiedad. Por ejemplo, manejando un aparato GPS (al que le puse como destino el Infierno) o desmontando una cinta de VHS. Por cierto, como algún psicólogo lea esto voy a acabar en el mismo sitio que Torcuato Luca de Tena, pero con la salvedad de que no voy a salir a los 18 días.

Juande: Jajaja, tranquilo, no te delataremos si nos pagas bien. Sabemos, por nuestros espías, que perteneces aNocte, esos tipejos que se dedican a escribir terror y a cometer todo tipo de tropelías. Dinos una cosa, ¿Perteneces a más asociaciones y colectivos o eres más bien un pajarraco solitario?

Magnus Dagon: Aunque en el pasado también fui miembro del Taller 7 y lo sigo siendo de manera simbólica, lo cierto es que suelo volar solo. Y no porque no me guste la compañía, pero supongo que todos los autores tenemos momentos en los que necesitamos algo de espacio para reflexionar. No soy tampoco un gran relaciones públicas, aunque me guste hablar en público, y tampoco se me ve demasiado por conferencias. Más bien permanezco entre el público, sentado, escondido...

Juande: Sé que sacas novela pronto con el grupo AJEC. Mis más sinceras felicitaciones. Tuve el honor de leer los primeros capítulos de "Crónica de los once" y puedo decir que me encantaron. Háblanos de ese libro, puesto que es el que vas a publicar. ¿De dónde te surgió la idea? ¿Fue parido con dolor y constancia o fue como una especie de diarrea literaria en el que salió todo de golpe? Háblanos de "Crónica de los once".

Magnus Dagon: En realidad la cosa es un poco más complicada. "Crónica" está pendiente de publicación con la editorial Equipo Sirius, y con Ajec va a aparecer un libro de aventuras llamado "Los siete secretos del mundo olvidado".

Hablando de "Crónica", fue un libro que fui haciendo poco a poco y de manera espaciada. Al principio era sólo un relato, el primer capítulo, en el que aparecían como meros secundarios los Once que el título menciona, Once científicos, los mejores existentes, pero completamente carentes de moral. De ese modo me empecé a plantear qué pasaría si las mentes más privilegiadas del mundo en términos científicos fueran, además, tiránicas, ambiciosas, y poseyeran el poder político para llevar a cabo sus planes, y así nació la idea del libro. Como curiosidad, argumentalmente engancha con una novela que escribí varios años antes y que, claro, podría ver la luz más adelante. De modo que técnicamente se puede decir que es una... precuela de un libro inédito. Qué complicado, casi me lío al contarlo.

Sobre el otro libro, "Los siete secretos", se trata de una novela a la que tengo mucho, muchísimo cariño. No es que no lo tenga al otro libro y a los aún inéditos, pero en este ofrecí algo distinto, por una vez. No hay tinieblas, ni oscuridad, y supongo que eso se debe a que lo escribí en una de las épocas más felices de toda mi vida, y de la que guardo un gran recuerdo. Argumentalmente, es la historia de una arqueóloga de un futuro lejanísimo que, cual Indiana Jones, busca reliquias perdidas de la historia de la humanidad, lo que ella llama las maravillas del siglo XX. Algunas de esas maravillas son, por ejemplo, las ruinas de las míticas Torres Gemelas, Internet o la cuidad perdida de Londres. No sólo me siento orgulloso de la personalidad de la protagonista, una heroína noble y de gran corazón, y su inevitable compañero de aventuras, también del tono esperanzador que quise dar al libro, en el que se alaban estos restos de nuestro tiempo como todo un estandarte del progreso de la humanidad y una muestra de que la fascinación por el pasado nunca muere, igual que en nuestro tiempo nos resultan fascinantes la Biblioteca de Alejandría, el Coloso de Rodas o la Torre de Babel, por poner unos pocos ejemplos.

Juande: Vaya, no sabía lo de esta segunda novela. Mis más sinceras felicitaciones.

Una pregunta manida, pero interesante. ¿Cómo ves el panorama literario actual? ¿No crees que habido una invasión de "literatos blogeros "(véase mi caso) y que ya hoy cualquiera se cree escritor? ¿No crees que esto también pueda ser una mala ayuda a la situación literaria actual?

Magnus Dagon: Igual que Winston en 1984 decía que si hay esperanza, está en los proles, eso mismo opino yo del futuro de la buena literatura, y sobre todo la fantástica: si hay esperanza, está en Internet. Hoy en día una persona habla, tú y yo hablamos ahora, y nos pueden leer en todo el mundo. Hace un momento acabo de responder una pregunta de una chica de México, al otro lado del océano para nosotros, algo impensable hace años. La posibilidad de llegar a otras personas tan lejanas, a hogares situados en la otra punta del mundo, es fascinante.

El precio a pagar, en mi opinión, es el exceso de información. Hay demasiado dentro de Internet, y no todo es bueno. Por eso no creo que Internet acabe con las editoriales, ya que aunque los e-books empiecen a proliferar como hongos, los libros necesitarán un aval y un sello de calidad.

Por supuesto, es posible que el mundillo editorial se haya puesto escéptico con los autores por el overbooking de escritores que existe de repente. De todos modos creo que detrás del problema viene la solución, y la situación es compleja ahora porque nos ha pillado en el proceso de transición. Viajamos detrás de una ola que lo va a cambiar todo, y tratamos de seguir su ritmo. Pero las generaciones futuras van a cabalgar sobre su cresta, y creo que esas serán la que cambien completamente lo que ahora entendemos por el panorama literario.

Juande: Bueno, Magnus. Ha sido un placer echar este buen rato contigo. Mis más sinceras felicitaciones y mi alegría de saber que dentro de poco saldrán a la luz estas novelas tuyas. Anota aquí la página dónde podemos seguirte el rastro y así poder saber más de ti. Un abrazo y a ver cuándo vamos por ahí clavando gatos en los buzones y esos entretenimientos peculiares que tenemos los escritores de terror.

Magnus Dagon: Un verdadero placer responder a tus preguntas y a las de tus lectores, y ya iremos por ahí a hacer trastadas terroríficas, pero nada de clavar gatos, que adoro a los gatos, en todo caso vayamos con los gatos a clavar personas. Sobre un lugar donde seguirme el rastro, por un lado está mi página web, http://www.magnusdagon.com/, cuya creación por cierto hubiera sido imposible sin la ayuda de mi amigo Sergio, al que mando un gran saludo desde aquí, y por otro estoy también en Facebook, donde intento actualizar las novedades pertinentes con toda la asiduidad posible.

Y bien amigos, hasta aquí la entrevista de hoy. Dentro de poco volveré con una nueva entrevista. En unos días os diré quién será el seleccionado en esta ocasión para contestar a mis patéticas preguntas de escritor que se cree capaz de entrevistar a otros escritores. Bueno, y también como sabéis seguiremos con las preguntas del público, mis queridos lectores.

Hasta más ver.

Juande.

miércoles, 10 de junio de 2009

Vinilos


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El vinilo seguía girando, reproduciendo una y otra vez la misma canción.
“Cuando todo esto se acabe”
La luz entraba por una pequeña abertura de la puerta, todo giraba en torno a la misma canción, todo giraba.
Nadie a mi alrededor, nadie me observaba, nadie giraba, nadie oía esa canción.
“Cuando no haya vuelta atrás”
Todos me miraban, me seguían con la mirada, querían saber a dónde me dirigía.
Mientras el cielo se oscurecía las blancas palomas seguían girando a mí alrededor.
Todo el cielo en tempestad y yo en el centro cual barco perdido a la deriva.
“Empezaré a arrepentirme”
Todos saludan con la mano, despidiéndose, diciendo adiós por última vez.
Levanto la vista, veo una luz que me ciega, me elevo hacia ella.
El fin está cerca. Nadie me quería aquí. Hasta siempre.
“Según es habitual”
Y en el vinilo sigue girando la misma canción: “Cuando todo esto se acabe”.


La Columna OcioZeta-Sevilla Escribe, "La necesaria autocrítica"



Volvemos al ataque en esta serie de reflexiones sobre el arte de escribir. Y digo al ataque porque, sin ánimo de levantar ampollas, sí quiero centrarme en un tema incómodo, que debería agitar las conciencias de más de uno –de entre los que no me excluyo-, una de esas cualidades indispensables para practicar con desenvoltura y, sobre todo, dignidad, el hermoso oficio de escritor: la autocrítica.


Los foros literarios como éste de OcioZero son, como todos sabemos, una herramienta excepcional para el intercambio de ideas, para el contraste de opiniones y el necesario debate en torno a la creación literaria. Algún veterano recordará con sonrisa agridulce el aislamiento al que en época preinternáutica estábamos condenados los entusiastas aficionados a escribir. Acaso algún familiar, o un par de amigos de confianza a lo sumo, eran todo el público ante el que podíamos presentar nuestros relatos, poemas y demás ocurrencias. Su opinión, por lo general, aportaba poco al perfeccionamiento de nuestras habilidades. Si bien no es tan raro, tampoco resulta frecuente que a uno le dé por escribir, de manera que cualquier cosilla más o menos elaborada que mostrásemos a nuestro incondicional y fácilmente impresionable público era juzgada de “interesante”, “simpática”, o ”bonita”, según la elocuencia de nuestros escasos lectores. Y oye, que éstos bien podían tratarse de personas con un magnífico criterio literario, mas en todo caso, lo cierto es que la escasa proyección de aquellos textos no nos permitía hacernos una sólida idea de nuestro potencial. La cosa cambió, por fortuna, y pronto, en el efervescente universo de la Red, afloraron lugares de encuentro para aficionados con los que compartíamos nuestras peculiares inquietudes, y en los que pudimos intercambiar escritos y someterlos a la opinión de otros. Cuán creíbles, sinceras, respetables y argumentadas son esas opiniones es otra cuestión (que algún compañero debatirá en su momento), porque de lo que va esta columna -y vamos ya al grano- es de la autocrítica, del filtro que nosotros mismos nos imponemos. O casi, mejor diría, del que no nos imponemos.

Ya que no conozco de cerca a ninguno de los personajes a los que a continuación vengo a referirme, no quiero que nadie se me enfade, que no es nada personal; sólo pretendo apuntar en términos genéricos a una singular categoría de juntaletras. Seguro que más de uno ha reparado en su presencia por los foros literarios: aquél que se lamenta del deplorable estado del sector editorial, esa pantomima controlada por despiadadas multinacionales que manejan cual títeres a una panda de infames vendidos, traidores al noble arte de la literatura, para regocijo de una audiencia maleable cual plastilina y entontecida por los pérfidos ardides malévolamente concebidos en oscuros despachos de técnicos en mercadotecnia… Es decir, ése que ha enviado su novela a cuarenta y cinco editoriales y ha recibido invariablemente un “no” por respuesta. Poco amigo como soy de las teorías conspiranoicas, ante estos casos tiendo a pensar: “Pero a ver tú también qué es lo que has escrito, macho…”. Admito la posibilidad de pecar de ingenuo en mayor o menor medida, así que quiero al mismo tiempo subrayar que, en efecto, el sistema está muy condicionado por fuerzas cuyo control escapan de nuestras manos. Soy consciente de que importantes y reconocidos escritores han tenido que perseverar más de lo que el público sospecha para publicar, para obtener reconocimiento y lograr abrirse un huequecito en este difícil mundillo. Si no es que imagine que, muy al contrario de la conspiranoica teoría de “el sistema contra mí”, las editoriales sean una suerte de ONG’s que arden en deseos de recibir mis textos con la suprema finalidad de hacer realidad mis sueños. Lo que digo, lo que propongo, lo que creo fundamental y necesario, es que no dejemos de plantearnos la cuestión, por incómoda y deprimente que pueda ser nuestra más honesta respuesta: “A ver tú también qué es lo que has escrito, macho”.


Y ahí, vamos tanto con la forma como con el fondo. La forma es esencial. Hay infinitos grados de sofisticación en el continuo entre el pentámetro alejandrino de rima consonante y la redacción telegráfica, y todas son tan respetables como la que más. Lo que no es respetable ni admisible es presentar un texto con errores clamorosos de ortografía y sintaxis. Tened por seguro que el lector de una editorial –un señor o señora que, por cierto, no se va a leer de primeras tu novela, le echará un ojo a las primeras páginas y a algunas más aleatoriamente escogidas a lo largo del texto- tirará a la papelera tu manuscrito tan pronto se tope con un “la vista era expectacular o un habían tres agentes a la entrada del edificio”. Una editorial de cierto peso recibe varios centenares de manuscritos al mes, y no les queda otra que ser extremadamente selectivos. Nuestra novela podrá gustar o no después de su lectura, podrá ser más o menos oportuna según la línea editorial de la casa, pero si fallamos en la rigurosidad ortosintáctica del manuscrito, nuestras probabilidades de pasar una primera criba son cero.


Si la forma es condición sine qua non para la viabilidad de una novela, el fondo no lo es menos. Lo sería “más”, en todo caso, si la expresión dejase margen para ello. Un texto magistralmente escrito puede seguir siendo escandalosamente impublicable según lo que contemos. Cuartas, quintas y ulteriores partes de “El Señor de los Anillos” tienen pocas posibilidades de ser publicadas, quizás las mismas que la semblanza introspectiva a modo de monólogo interior de un funcionario de correos jubilado, o la versión novelada de nuestra más memorable partida con el último juego de la Play, aquélla en la que pudimos cargamos de una vez al bicho verde y grande al final de la última fase. La originalidad es un bien escaso, y como tal, muy valorado; sólo tenéis que fijaros en los estrenos cinematográficos del circuito comercial más genuinamente holywoodiense: remakes de pelis antiguas, adaptaciones de best sellers, enésimas partes de blockbusters de temporada… Pero no nos pasemos de listos: una novelización de nuestra tesis doctoral en paleografía escolástica puede pecar de excesiva erudición para ser acogida con entusiasmo por el público. Y mucho menos de tontos: huye de temáticas de las que no tengas unos conocimientos de medios tirando para arriba, y no seas perezoso a la hora de documentarte; no imagináis lo mal que le sienta a un editor, a un juez de concurso o a un simple lector, encontrarse con algo así: “Su equipaje, señor -le dijo el botones en fluido belga”. Para terminar con este apartado, huelga decir que el qué se le manda a quién es un factor básico a tener en cuenta. Cada sello editorial y cada colección tiene su campo temático más o menos definido. No procede, lógicamente, enviarle a Minotauro nuestra donosa antología de poesía mística, ni a McGraw Hill una soberbia space-opera por mucho que ésta pudiese despertar la envidia del mismísimo Dan Simmons.


En fin, que cuando uno pretende algo más que compartir con amigos y eventuales curiosos sus textos redactados a modo de pasatiempos en un blog, debe ser consciente de que el negocio editorial es eso, un negocio, con su darwinista y competitiva naturaleza. Analiza la viabilidad comercial de tu novela, piensa si existe un segmento de mercado interesante al que pueda atraer, y muévela al fin por donde tu oferta parezca resultar más tentadora. Familiarizarse con algunas sencillas nociones de marketing –no es coña- nunca está de más. Siguiendo estas pautas publicar no será mucho menos difícil, a menudo seguirá siendo algo imposible, pero arañaremos algunos puntos en ese adverso juego de probabilidades contra el que nos enfrentamos.


Toda esta exposición iba dirigida en especial a escritores que pretenden presentar sus textos a editoriales o concursos, allá donde los más severos y exigentes jueces habrán de destriparlos. Pero, ¿y qué pasa con los que escribimos relatos, cuentos y poemas para colgarlos en sitios como este querido espacio, OcioZero? Aplicarse la fórmula propuesta no va a suponernos ningún perjuicio, es más, seguramente nos ayudará a ser más exigentes con nosotros mismos, y por ende más agudos, desenvueltos, y competentes escritores. Aquí no se juega uno nada, nada más que algo de íntima satisfacción personal. ¿Dejaréis que algún avispado y sincero poblador desbarate nuestro autocelebrado relato con una certera, demoledora e incontestable crítica que ponga de manifiesto nuestra bisoñez? Os digo lo que cuando me refería a los lectores de las editoriales: ponédselo difícil, ¡leñe! Sed honestos ante todo con vosotros mismos, leed los textos como si fueran de otro, buscándole errores, expresiones forzadas, escenas chirriantes, giros inverosímiles… Usad vuestro filtro, y no dejéis de preguntaros siempre: “A ver yo también qué es lo que he escrito…”.



domingo, 7 de junio de 2009

Un paso más

La sociedad en la que vivimos está sometida en estos tiempos a un período de catarsis, en que se pone en duda gran parte de los grandes principios que han servido como motores para evolucionar.


La prepotencia ha sido uno de estos grandes valores, fomentados por el dinero fácil y las ansias de tener (no de ser).


Tal vez no estemos asistiendo a ninguna ruptura brutal ni a un cambio de mentalidad. Nos hace falta perspectiva en el tiempo que, casi con seguridad, no tendremos los que ahora estamos vivos para saber cómo de grave es esta incertidumbre actual, pero sí me gustaría que de aquí sacásemos algunas enseñanzas que, en muy pequeñas dosis, aparecían en distintos puntos del planeta en los últimos años.


Ese aprendizaje vendría caracterizado por la palabra humildad.


¡La humildad es de los tontos!, oí hace muchos años a un profesor de universidad.


No es docilidad de lo que hablo, sino de nobleza, de modestia, de saber hablar colocando un ‘yo creo’ delante, sin sentar cátedra. La humildad a la que me refiero no está reñida con la ambición bien entendida y las ganas de construir proyectos, pero sí choca con la vanidad de quienes se creen en otro escalón por cualidades que, incluso, pueden haber merecido por su esfuerzo.


Llegamos con este discurso al eterno dilema de si el hombre evoluciona en positivo o está condenado a darse cabezazos con sus propias miserias por los siglos de los siglos.


Soy de los que piensa que no, que el ser humano crece hacia lo bueno. Vivimos, aunque duela reconocerlo a la vista de las calamidades, guerras y hambrunas que padecemos, en el mejor de los mundos desde que el hombre es hombre. La Declaración de los Derechos del hombre era impensable en la Edad Media, una seguridad social universal en España no era imaginable hace un siglo, las leyes que reconocen su sitio a los marginales; sabemos que el número de personas con estudios nunca fue tan amplio en el mundo y lo es a cada minuto más.


Todos estos avances son posibles porque el hombre mejora, reconoce sus puntos negros y trata de organizarse para irlos reduciendo a cero. Quedan miles, millones de años para conseguir una sociedad en que el respeto al otro sea la principal Constitución. Una única para el hombre y la mujer, sin países, sin banderas.


Me gustaría soñar que esta crisis es un paso más en ese largo caminar hacia un mundo distinto. Este paso que estamos dando sería básicamente ‘el de la humildad’, tal vez…




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