domingo, 26 de diciembre de 2010

Danza espacial


Mi cuerpo flota en el espacio, sin rumbo, ni orientación.

Me vienen a la mente recuerdos de mis padres, cosas sueltas... quizás insignificantes: el pelo negro de mi madre, su risa la ver aquella función de teatro, las manos de mi padre rodeando las mías cuando me enseñó a pescar... ¿Qué consejo me dio? Ya no lo recuerdo.


Delante de mí, veo pasar como un tronco a la deriva a Charly. Tan joven y guapa. Tiene la mirada helada... Los restos de una llama consumida. 
Su media sonrisa al menos rebela que  murió en paz. 
Me roza ligeramente el traje, y giro con ella en una danza antigravitacional, dándole la espalda a lo que queda de la estación. 
Todo lo que pudo salir mal, salió, y lo pagamos caro.  

El escape de aire me va dejando sin oxígeno. Lentamente me abandono al sueño.
Cierro los ojos. 
Noto un cosquilleo en los dedos. Extiendo mi mano. Alguien me toca. Una forma femenina incorpórea, que flota conmigo, siguiendo mi errático compás: Juliet... 
- Te quiero, te he extrañado tanto... Lo siento, nunca debí irme... - murmuro. 
- No pasa nada, - me susurra al oído -  te estoy esperando.
Aunque estoy a millones de kilómetros de mi casa, nunca me he sentido tan cerca. 
Siento como me sumerjo en la oscuridad.
Siento que estoy en paz. 
Siento que he llegado al hogar. 
No tengo miedo. 

Publicado originalmente en Los zombis no saben leer, Nº 4-Otoño 2010

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