miércoles, 16 de noviembre de 2011

Callejeros


Su amor fue tan intenso que les dejó con agujetas. Transcurrido el tiempo obligatorio junto a ella, se alejó sin despedirse, realmente estaba cansado. Los años no pasaban en balde, pero él siempre estaba al acecho en el parque.

Otora había sido un buen ejemplar, su pelo antes negro y rizado, como el de su padre, le daba un aire juguetón, pero ahora le quedaba menos y además empezaba a cojear, por las noches siempre durmiendo en la calle.

Se giró un momento para ver a la que habia sido su última amante y ladeando la cabeza le lanzo un gruñido cariñoso, realmente había estado bien, era mas joven que él, tanto que podría ser su padre y teniendo en cuenta el tiempo que llevaba en el parque, a lo mejor lo era...

Que más da. A fin de cuentas no tenía que pasarle la pensión alimenticia, es lo bueno de ser un vagabundo y un perro, claro.

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